Despidiendo el 2017
[Este es un pedazo de algo que escribí antes de terminar el 2017]
Intento regresar el cassette y recordar dónde estaba cuando el año comenzó. No es mucha la diferencia, era la misma pequeña ilusionada con el mundo, mi carrera, mi futuro. Ahora lo sigo siendo, no con la misma intensidad, de hecho creo que con más intriga que cualquier otra cosa.
Enfrentarme a la vida con título en mano no fue muy diferente a como ya lo venía siendo meses antes, sigo con mi trabajo en un prestigioso medio de la región, sigo siendo reportera en la calle. Todos los días hago nuevas relaciones públicas, he hecho muchas amistades, he confiado en algunos más que en otros y he aprendido a quién regalarle una sonrisa sincera y a quién una de papel, de fotografía.
Las decepciones que he debido afrontar son numerosas, comenzando por las personales. Entender que hay personas malvadas, más que los villanos de los cuentos para niños me ha golpeado fuerte en la inocencia; más aún, las decepciones profesionales son tal cuál como las esperaba. No todo es color de rosa, hasta el mundo de 'los que buscan la verdad' está manchado de culpa y corrupción.
He intentado mantenerme firme ante las adversidades, ante la mayor de las decepciones: no es posible ser independiente ni con dos trabajos y cero responsabilidades. Deprime, de hecho, vivir en medio de tanto colapso social, político y económico. Pero intento recordar una y otra vez por qué hago lo que hago, de a momentos lo olvido, pero cuando lo repito a mis adentros me levanto y continúo, porque así es la vida. Es la última de las lecciones que me dejó el 2017.
La vida continúa, quiera o no, me guste o no, esté lista o no. Sigue, sin preguntar, sin avisar. Me levanto cada día con menos tiempo, menos energía, más edad, más responsabilidades, más ganas de triunfar antes de que llegue la fecha de vencimiento. La vida sigue y no planea dejar de hacerlo.
Ojalá el 2018 tenga la decencia al menos de preguntarme si me gusta la velocidad con la que deja atrás al tiempo.
@MariaaBuzz en Instagram
Intento regresar el cassette y recordar dónde estaba cuando el año comenzó. No es mucha la diferencia, era la misma pequeña ilusionada con el mundo, mi carrera, mi futuro. Ahora lo sigo siendo, no con la misma intensidad, de hecho creo que con más intriga que cualquier otra cosa.
Enfrentarme a la vida con título en mano no fue muy diferente a como ya lo venía siendo meses antes, sigo con mi trabajo en un prestigioso medio de la región, sigo siendo reportera en la calle. Todos los días hago nuevas relaciones públicas, he hecho muchas amistades, he confiado en algunos más que en otros y he aprendido a quién regalarle una sonrisa sincera y a quién una de papel, de fotografía.
Las decepciones que he debido afrontar son numerosas, comenzando por las personales. Entender que hay personas malvadas, más que los villanos de los cuentos para niños me ha golpeado fuerte en la inocencia; más aún, las decepciones profesionales son tal cuál como las esperaba. No todo es color de rosa, hasta el mundo de 'los que buscan la verdad' está manchado de culpa y corrupción.
He intentado mantenerme firme ante las adversidades, ante la mayor de las decepciones: no es posible ser independiente ni con dos trabajos y cero responsabilidades. Deprime, de hecho, vivir en medio de tanto colapso social, político y económico. Pero intento recordar una y otra vez por qué hago lo que hago, de a momentos lo olvido, pero cuando lo repito a mis adentros me levanto y continúo, porque así es la vida. Es la última de las lecciones que me dejó el 2017.
La vida continúa, quiera o no, me guste o no, esté lista o no. Sigue, sin preguntar, sin avisar. Me levanto cada día con menos tiempo, menos energía, más edad, más responsabilidades, más ganas de triunfar antes de que llegue la fecha de vencimiento. La vida sigue y no planea dejar de hacerlo.
Ojalá el 2018 tenga la decencia al menos de preguntarme si me gusta la velocidad con la que deja atrás al tiempo.
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